Locomotora 1007 ¿La Maldita?

Locomotora 1007 en el Depósito de Arroyo-Malpartida,
Colección Joaquín Arevalo
A partir de 1932 fueron entregadas a la Compañía del Oeste las primeras 10 locomotoras de la serie 1000, dentro del proceso de renovación integral de la infraestructura y parque móvil de esta compañía. Entre las primeras máquinas de esta serie destaca por su historia la 1007, destinada al depósito de Arroyo-Malpartida.

A través de los recuerdos del antiguo Jefe de Estación D. Federico Martín Amor, recogidos en una serie de reportajes de la Revista Hobby Tren, conocemos parte de la historia de la 1007, en la que coincidieron una serie de acontecimientos a lo largo de unos años que costaron la vida a 3 ferroviarios que trabajaban en ella. Esta circunstancia hizo que fuera considerada por muchos como portadora de un maleficio, renunciando varios maquinistas a su uso cuando les era asignada.

En 1943, la pareja de conducción de la 1007, eran el maquinista Juan Martín Gávila, alias el “Pelusa” y el fogonero Eladio Jiménez, Con esta máquina se hacía entonces el servicio entre Valencia de Alcántara y Arroyo-Malpartida. A la vuelta de uno de estos viajes, después de desenganchada, llevaron la máquina al depósito, situándola en las vías de carga del carbón y mientras el maquinista Juan Martín, se encaminaba a la oficina a dejar el boletín de tracción, su compañero el fogonero se metió debajo del tender para sacar unas barras de jabón que traía allí escondidas desde Valencia de Alcántara (eran los tiempos de la dura postguerra, cartillas de racionamiento y contrabando).


El maquinista que se encontraba haciendo el servicio de carga de combustible en las locomotores que entraban al depósito, sin advertir que Eladio se encontraba debajo del tender, puso en marcha la locomotora para situarla en una de las pilas de carbón, el infortunado fogonero sufrió la amputación de las dos piernas, heridas que le produjo la muerte a las pocas horas.


En sus relatos cuenta, Federico Martín Amor, que el maquinista Juan Martín Gávila, quedó profundamente afectado por la pérdida de su compañero. Año y medio más tarde, cuando estando de servicio en ésta máquina y remolcando el correo 1002, en el trayecto entre Río Tajo y Casar de Cáceres, era verano y con un calor sofocante, en la subida hacia la meseta cacereña, atravesando uno de los túneles del recorrido, Juan Martín bebió de una botella que creyó era agua, traída por el fogonero que le acompañaba. El contenido resultó ser ácido empleado para limpiar los dorados de las máquinas, provocándole la muerte.

Esta leyenda negra de esta máquina continuó varios años después. A la muerte de Juan Martín la 1007 le fue asignada al maquinista José Carballo Ortega. Llevaba como fogonero a José Fajardo Rebollo. Los servicios había cambiado y las 1000 hacían el recorrido completo Madrid a Valencia de Alcántara.



Una noche en que la 1007 llevaba el Lusitania Expreso, con la citada pareja, al pasar por la estación de Leganés, el fogonero iba picando las escorias que se formaban en el cajón de fuego y al sacar el largo gancho de fuego, no advirtió que sobresalía en exceso de la cabina y chocó violentamente con un poste metálico del alumbrado del andén. José Fajardo salió despedido de la máquina, estrellándose contra el suelo resultando muerto al instante.



Este último suceso vino a acrecentar la mala fama entre los ferroviarios de esta locomotora, y fueron varios maquinistas y fogoneros los que renunciaron a subirse a ella.

Fuente: Locomotoras de la Compañía del Oeste. Fernando F. Sanz-Gustavo Reder

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